En el punto más complicado del encierro de la pandemia, donde muchos negocios estaban cerrados y no estaban generando flujo, uno de mis clientes que es muy ordenado escribió una carta con las instrucciones de que se tenía que hacer en caso de que él muriera.
La terminó y la puso junto a la carpeta con su testamento dentro del escritorio. Ese mismo día más tarde se sentó a platicar con su señora sobre lo que hizo, y queriendo darle certeza del futuro le dice: — mija, vas a vender el negocio y sus terrenos, con eso tienes asegurado vivir tranquila y feliz todo lo que te queda de vida junto con tus hijos.
La señora cuando terminó de escucharlo le dice: — mijo, ¿Por qué no mejor vendemos hoy y vivimos tranquilos y felices desde ahorita?.
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