Todos vamos para allá

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Mi tatita Macario Armenta siempre tenía una lección en cada comentario que hacía. Cuando entraba a cualquier negocio lleno de clientes se emocionaba y rápido calculaba ticket promedio, inventarios, números de colaboradores y una conclusión.

En unas vacaciones que estaba de visita con uno de mis tíos, todos los días pasaban a una farmacia a comprar el periódico, en esta ocasión mientras iban entrando se topan con una señora ya mayor que va de salida de la tienda mientras que el vendedor de mostrador le gritaba: «¡Señora!, !Sus medicinas!». 

Mi abuelo la observa en silencio regresarse por ellas, tomarlas y salir de la tienda, —que fea es la edad, viejo— le dice a mi tío en tono serio, y lo alecciona que todos vamos para allá. 

Termina la compra del periódico y caminando a la salida de la tienda el vendedor de mostrador de nuevo grita— ¡Señor! ¡Su periódico!

¡Diviértete! 

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