En la semana me encontré a un amigo que operaron el año pasado; en cuanto lo vi le pregunté como seguía. Se veía bien y eso me puso contento.
―De hecho ―me dijo ―no sabía lo mal que estaba hasta ahora que me siento bien.
Me quedé pensando en su respuesta: más de una vez me he dado cuenta de que me duele algo justo cuando me deja de doler. También en mis empresas y con mis clientes he visto ese fenómeno. Tras terminar un proyecto o los procesos, comienzan a caminar más rápido y se dan cuenta de que los verdaderos problemas son aquellos difíciles de ver y por lo tanto difíciles de solucionar. Por eso, a veces es bueno hacernos un check up para ver cómo andamos.