Nos enamoramos tanto de nuestro producto que no escuchamos al mercado, decimos que no valoran nuestra calidad o servicio sin escuchar lo que pide, y si lo escuchamos pensamos que ellos están equivocados.
Hoy apostarle a un producto queda en tercer lugar. Primero está el emprendedor y segundo el mercado, porque el producto equivocado en las manos del emprendedor correcto en el mercado correcto va a cambiar o adaptar lo que sea necesario para llegar a él.
Diviértete.