Sobre la persistencia retiniana
Cuando se inventó el cine, se desarrolló la teoría de la persistencia retiniana. La teoría decía que nuestra retina almacenaba ciertas imágenes y luego las proyectaba, parecido al efecto que sucede al ver hacia el sol directamente y luego cerrar los ojos; la imagen solar se mantiene por unos segundos a pesar de tener los ojos cerrados.
Me gusta mucho pensar en esa teoría, que se desestimó a mediados del siglo XX, porque creo que a muchos empresarios nos sucede el mismo efecto. Guardamos en nuestra mente ciertas imágenes y les permitimos quedarse allí por un tiempo, aunque ya no sean realidad. A mi por ejemplo, me ha costado mucho migrar hacia la publicidad digital porque en mi mente siempre tuve la imagen de los negocios y las relaciones físicas, sin darme cuenta que el retail más grande del mundo es una empresa digital (Amazon). Otro empresarios con lo que trabajamos se niegan a migrar a la nube por desconfianza de que todo se pierda, aún cuando las probabilidades de que los archivos físicos se pierdan son mayores. Ideas que se quedan impresas en nuestra mente pero que ya no son reales en el mundo contemporáneo.
Otra de las empresas con las que trabajamos nos ayudó a quitarnos de la mente algunas ideas que nosotros teníamos. Buscábamos siempre ser prudentes en nuestros comentarios y movernos con certeza. El director, que es una persona brillante, nos llevaba siempre a dar un paso más allá en nuestras sugerencias, a atrevernos a propuestas más grandes y darnos el lujo no sólo de afinar oportunidades sino de generar un roadmap hacia el futuro. Sus solicitudes nos ayudaron a quitarnos de la mente el rol que teníamos y asumir uno incluso mejor.
Lo bueno es que la persistencia retiniana fue sólo una teoría. Las imágenes no se quedan en nuestros ojos. El efecto se debe a que nuestro cerebro es muy lento para procesar algunas imágenes. Creo que lo mismo nos sucede a veces en los negocios.