Vivimos sin darnos cuenta en un mundo complicado, aunque pienso que nosotros lo hacemos complicado. Nos pasa con la comida, la ropa, los colores, el café, las relaciones, las políticas públicas y las empresas. Para hacer las cosas simples hay que sacarle lo “obvio” a las cosas, más con el sentido común y darle un significado.
También hay que saber aceptar que algunas cosas no pueden ser simples. Hay que aprender a diferenciar entre lo simple y lo complicado. ¿Eso también es complicado?
Si le ofreces a un niño dos galletas, una grande y una pequeña, sabes que va a elegir la grande siempre, no importa que le digas que la pequeña tiene chispas de chocolate y la grande no. Por el contrario si das a elegir entre dos porciones de verduras para ganarse la galleta, en este caso va a elegir la pequeña, obvio, ¿no?.
Con este ejemplo puedo decirles que en lo que he aprendido todos estos años es que debes de hacer más de lo que te gusta y menos de lo que no. Aunque muchas veces hacer las cosas que no te gustan te transforman.
Diviértete.