No me gusta hablar en público, a veces no me queda de otra, reuní a todo mi equipo después de más de 18 meses sin estar juntos en una comida para hablar de los próximos 10 años de la empresa. Este solo es un pequeñísimo extracto del mensaje que les dirigí:
«Les voy a hablar del infinito, el juego infinito, el juego que no acaba nunca, no hay reglas exactas o acordadas, se juega como quiere y puede cambiar su forma de jugar en cualquier momento y por cualquier razón. Debemos pensar en que esta empresa dure mucho tiempo, las metas finitas matan a las empresas, ¿qué pasa si ponemos una meta y la alcanzamos? Se acaba el juego, en el juego infinito ganar no existe.
Pensar a largo plazo nos permite ser pacientes ahorita y buscar soluciones permanentemente.
Cada vez los problemas son más grandes y avanzan más rápido, tenemos que ser ágiles y prácticos.
Debemos provocar cambios profundos e infinitos en nuestras familias, en las empresas, en la economía y en la sociedad. Hacer la diferencia. Esto es una meta infinita.
No debemos tenerle miedo a la competencia, hay que tener miedo de los clientes, son unos insatisfechos permanentes y nos cambian inmediatamente.
Esta profesión es de vocación, eso hace que amemos servir, adoremos a nuestros clientes y vivir permanentemente queriendo ser mejores para ellos.
No sé si esta filosofía sea la correcta, pero es la nuestra».
*MIC Drop
Diviértete!

Poncho Mendoza