Hace algunos años en un negocio de pinturas tenían problemas para igualar los colores que los clientes solicitaban, tenían devoluciones y quejas.
El dueño y los igualadores tenían diferentes ideas de que pudiera estar sucediendo: los instrumentos estaban mal calibrados, había personal nuevo que estaba aprendiendo, faltaba capacitación técnica, la calidad de la pintura era baja, incluso había algunos que pensaban que un colaborador molesto estaba saboteando el trabajo.
Se pusieron a trabajar en cada punto, la mejora fue mínima.
El dueño frustrado le platica su problema a un consultor que no entiende mucho de su negocio y todo lo que ya había hecho para intentar resolverlo. —¿ya les revisaste la vista a los igualadores?— le pregunta el curioso consultor.
Más de la mitad de los igualadores necesitaban lentes y no sabían.
¡Diviértete!