El cambio
Cuando tenemos una empresa y la mantenemos por un tiempo podemos entender que los patrones de cambio son constantes. Los cambios de dirección en un negocio pueden generar muchas reacciones a los participantes. No me es raro ver una empresa donde los directores se sientan entusiasmados por un cambio y luego reacios a continuar o viceversa. A veces una idea en una junta se va clavando en la mente de todos los participantes y va ganando terreno hasta emocionar a las personas suficientes para que suceda. A veces esa idea que germinó en las mentes de la mayoría se vuelve realidad y es común ver quienes se oponen a su implementación, quienes estorban el proceso, quienes no se sienten cómodos con los cambios y, desesperados, intentan ir hacia atrás. Estos cambios de humor de los colaboradores en una empresa es similar al trastorno bipolar, pensando en la empresa como la suma de sus individuos. Dos fuerzas internas que batallan sin razón hacia dos extremos. Los resultados de estas pugnas internas producto del cambio siempre son las mismas: valoraciones pobres, malas decisiones y cambios en el humor o sentir del equipo de trabajo.
Es un hecho que las empresas que logran atravesar cambios sin sufrir grandes pérdidas tienen una ventaja competitiva. Logar esta cualidad puede parecer imposible; sin embargo hay algunas formas que nos pueden ayudar a lograrlo.
Trazar el proceso: no importa si el cambio es para reducir costos, aumentar rentabilidad, redefinir estrategias o mejorar políticas. Lo primero es ponerle los pasos necesarios y anclarlos a una métrica para saber si realmente nos estamos moviendo. El trazar el camino ayuda a mitigar la incertidumbre de algunos participantes y le da claridad al resto sobre a donde se moverá el barco.
Cambios en la marea: la resistencia al cambio es un paso obligatorio en cualquier implementación. Para mitigar la resistencia al cambio es importante mitigar también el sobre optimismo de algunas personas e inclusive tratar los cambios como una “prueba” donde nadie se asuste y se pueda probar sin obstáculos la efectividad de la nueva idea o el cambio.
Chocar contra la rocas: una vez implementada la nueva idea o el cambio es común que las cosas arranquen lento. En esos casos la parte humana es la que más hay que trabajar. Habrá detractores que hablen sobre dar uno o dos pasos atrás, pero si un cambio da muestras de resultados positivos lo mejor es continuar hasta que se desarrolle por completo.
Las empresas que logran adaptarse y cambiar de forma rápida o fácil tienen una gran ventaja sobre los demás. Lo complicado es que como personas estamos sujetos a estructuras mentales rígidas que algunas veces no nos permiten cambiar.