Cuando era joven (más), tenía en mi equipo alrededor de 3-4 personas, empecé a darme cuenta que gran parte de mi tiempo se me iba en responderles preguntas, en decirles qué y cómo hacer algo. Cuando llegaba la hora en que ellos se iban yo me emocionaba porque ya podía ponerme a resolver mis pendientes.
Yo los justificaba porque pensaba que eran nuevos, ninguno tenía el año aún en el equipo. Se me ocurrió empezar a anotar todo lo que me preguntaban durante una semana, hice una tablita, la grafiqué y cuando la estudie me di cuenta que el problema, cómo siempre pasa, era yo: no les había definido sus prioridades, no los había capacitado, sus proceso estaban ambiguos. Me acuerdo que sólo el 16% me hacían preguntas «válidas» o que sí me tocaba a mí atender.
Tardé poco más de 100 días en más o menos atender estos puntos y cuando pensé que había terminado ya éramos más, con más clientes y nuevos problemas, tenía que volver a empezar.
Es como hacer ejercicio y mantenernos en forma, en una competencia el que no hace ejercicio también puede competir pero, ¿a quién le va mejor?.
Diviértete!

Poncho Mendoza